domingo, 15 de junio de 2008
sábado, 26 de abril de 2008
El interfecto amor
José Ricardo Báez González. Colombia.
Desventuras del profesor que escribe
Siempre tendrá un doble pretexto para justificar sus infidelidades a los que considera polos de su vida: no puede escribir porque tiene toneladas de trabajos que revisar. No puede ser un buen profesor porque sus energías mejores están dedicadas a la literatura. Uno, acaso el más pedante, dirá “mi obra”. Como nadie vive aún de lo que escribe, el escritor en ciernes ingresa en una carrera humanística, casi siempre de letras. Si verdaderamente ama a la Ingrata -la literatura- con la ingenuidad y la devoción de amateur, pretende servirla con absoluta entrega, enseñándola. De las actividades laterales a la escritura misma, la de profesor es la que más se le aproxima y la que se encuentra al mismo tiempo más lejana.
Notas azules*
1. Es el tipo del día donde cada uno, hasta el cajero, parece estar cerca de las lágrimas.
2. …en la galleta de azúcar del reflector.
3. El poema es un lugar para ocultar cosas a guisa de revelación.
4. Tal como solía fantasear sobre la vida secreta de los objetos, entonces la poesía se hizo un modo de fantasear sobre la vida secreta de las palabras.
5. Mi niñez: una torpeza tan robusta que nadie podría derribarla.
6. La verdad sobre el Modernismo: parece como si cada uno fuera todavía el Finnegan’s Wake.
7. Puedo imaginarme a un Gulliver atado con perfume —flores en vez de cuerdas.
8. El pensamiento de tabloide es el triunfo de la democracia: la venganza sobre cualquier persona que pensó que ellos eran mejor que nosotros.
9. Los tarros hacen que usted ponga en ellos el brillo. Wallace Stevens sabía de los placeres de los tarros. Exhibición de tarros mientras que las cajas ocultan y entierran. La caja última es un ataúd.
10. Nos olvidamos que ser un buen oyente también significa escucharnos a nosotros mismos.
11. Quiero leer, pero estoy demasiado cansada. Mis palabras guardan el deslizarse de los ojos en la página.
12. La voz de la mayoría que me parece oír ahora mismo —¡El dinero!
13. Corto de espíritu.
14. Ha cogido un tufo de relámpago directamente antes de irse a la cama.
15. Sobre la persistencia de las jerarquías: “... el espíritu de la gente menos importante también fue a la morada del bendito, pero no cortaron mucho a la figura que allí estaba; mientras los plebeyos no tenían alma en absoluto o, tenían almas hechas de una materia pobre y atenuada que ellas fallecieron junto con el cuerpo,” (C.E. Vulliamy)
16. Como campanas que suenan en una película silenciosa.
17. MIÉRCOLES DE CENIZA
Exprime
por la parte más oscura --
palabras llanas
conseguidas detrás del olvido.
Cenizas
más suaves que la piel.
18. La tierra es finita. Pero el mundo sigue haciéndose más grande. Demasiado grande para solamente este planeta, para sostenernos en su vistazo que nos hace girar.
19. El olor de pan de jengibre en el vestíbulo y, de la puerta de un vecino, el cacareo de una bruja de historieta.
20. Ansiedad de Separación: dolor de fantasma en el miembro fantasma del terapeuta.
21. Retrocesos Eróticos: El limpiaparabrisas silba como el péndulo en la película “El pozo y el péndulo” como cuando roza el estómago del protagonista. El rayo láser que mueve poco a poco su camino hacia la entrepierna de Sean Connery en “Goldfinger”. Ambos hombres atados —desvalidos contra la tecnología, sin ser ello barbárico o muy avanzado.
22. Sólo la música puede transportar, caminar y volar al mismo tiempo: el bajo sobre la tierra, la flauta en el aire.
23. Un rasgo heredado: petición de direcciones y puntual olvido de ellas.
24. “Sus mentes están siempre ocupadas —siempre adornando.” (Mi madre sobre nuestros parientes)
25. Mirar antes-y-después cuadros de gente en el cielo.
26. Encuentro los espacios en blanco necesarios para vagar y crecer adentro.
27. “Yo” en mis propias manos.
...
*Elaine Equi ha publicado seis libros de poesía. Su trabajo ha sido recogido en las antologías Postmodern American Poetry: A Norton Anthology y en The Best American Poetry en las ediciones de 1989, 1995 y 2002. Creció en Chicago, actualmente vive y enseña literatura en la ciudad de New York.
Nota: El texto en ingles fue tomado de la revista norteamericana Cross Cultural Poetics No 3. La traducción que publicamos es de Raúl Vázquez (versión aún de borrador).
¿Todo bien? de Nadia Villafuerte
La escritura de Nadia Villafuerte incomoda. ¿Todo bien? (Dirección de Educación y Cultura del H. Ayuntamiento de Yajalón-Ediciones de el animal-CONECULTA CHIAPAS, 2007), su tercer libro de relatos, no es la excepción.
sábado, 12 de abril de 2008
Una breve historia
Una tarde calurosa en Padua, lo llevaron hasta la azotea y él pudo observar el pueblo desde el punto más alto. Había vencejos de chimenea en el cielo. Después de un rato oscureció y las luces se encendieron. Los demás bajaron llevándose las botellas con ellos. Él y Luz pudieron escucharlos abajo, en el balcón. Luz se sentó en la cama. Estaba fresca y tranquila en aquella noche calurosa.
...
Poema de Marilyn Hacker
Un mesa significa no es cierto mi amor significa toda una estabilidad
Gertrude Stein: Tender Buttons
Fetas de jamón, paté, salchicha, sobre hojas de lechuga;
coliflor, trozo de pato en salsa de vino
amarronada; lechuga, repollo crudo, vinagre y aceite;
un cuadrado de torta de nuez con escarcha de moca;
Camembert en una hoja verde, pancito duro, manteca;
media botella de champagne, café negro.
Medialunas, manteca, jugo de naranja, café.
Beaujolais versus St. Emilion. Hojas ganchudas
con queso de oveja rallado; caracoles en manteca de ajo;
lechoncito rostizado crujiendo en jugo; vino tinto
en una jarra de vidrio; mousse de chocolate. Aliento que empaña
el vaso en tu mano. Brandy en la cama. El aceite
costó caro, en botellones. Sin aceite
comimos endivias, queso de cabra. No hay café-para-llevar
en París. La crème fraîche, en picos como escarcha;
hojas verdes como plumas, ahuecadas, te sirvieron de cuchara
con las piernas cruzadas en la cama. Descorchamos un vino
con mi navaja Suiza. Entre crema ácida y manteca:
chupo dedos de crema. El cubo de manteca dorado a la hoja
que diseñaste, entre etiquetas de mermelada, en óleo
pastel. Las lenguas se suavizan en el vino tinto, joven y áspero.
El borde marrón del dibujo es un arroyo de café.
Guardás una mandarina con dos largas hojas curvas
que la engloban. Chocolate oscuro, como escarcha que rebalsa
fuera del bol. A la mañana, el rocío empaña
los cristales planos. Medialunas, tostadas y manteca.
Todavía tenemos sueño, pero no dejamos
ni una miga. Aprieto tu cachete aduraznado; aceite caliente
mana de la fuente mientras el primer café con leche
se vierte copioso. No tenés crayones para los colores
del vino. Podríamos beber sólo vino blanco
pero es demasiado frío. Los charcos de lluvia se escarchan,
congelados. Planeamos excursiones con más café.
Doblás las etiquetas de la jalea de grosella y de la
manteca. En Florencia habrá aceite de oliva
barato, en latas barrocas. Nuestro tren parte
a las siete. Dejo nuestro vino de Año Nuevo
escarcharse en la cocina. Arcoiris de aceite
se arremolinan en aromas cálidos: pan fresco con manteca, café fuerte.
...
Marilyn Hacker nació en 1942 y se crió en el Bronx, Entre sus libros podemos citar Presentation Piece (ganador del National Book Award en 1975), Separations y Taking Notice (los tres recogidos en el volumen First Cities de 2002), Love, death and the changing of the seasons (novela en verso), Squares and Courtyards (2000) y Desesperanto (2002). Sus Selected Poems 1965-1990 obtuvieron el Poet's Prize en 1996. Vive entre París y Nueva York, donde dicta clases en el City College.
El exilio y la apariencia, de Jean Baudrillard
El exilio y la apariencia es un libro que permite al lector penetrar en un formato distinto del que Jean Baudrillard (filósofo, sociólogo, también dicen que poeta) acostumbraba emplear. Por medio de un conjunto de “superficies significativas” (Vilem Flusser) Baudrillard desarrolla un lenguaje, ese sí muy a su estilo, que desdobla al objeto estético por medio de una desacralización y vanalización, ya que según para este pensador francés, no hay nada más lamentable que la estetización fotográfica. Desde esa premisa Baudrillard cuestiona, a través de sus imágenes, a la fotografía como un Bello Arte. En El exilio y la apariencia las fotografías no son construidas sobre arquetipos armónicos conforme un estética determinada que replantean los elementos semióticos del objeto fotografiado, no, más bien son “textos” (quiero creer que a Baudrillard le hubiera gustado el símil) en calidad de meras imágenes, de meras instancias significadas que sencillamente está “ahí” (no Heidegger), no hay más, ya que siguiendo las palabras de Baudrillard la fotografía no nació junto con el estrépito del arte, sino que vino de una esfera distinta. Si bien, tiene que ver con la aparición engañosa del arte, también es cierto que la fotografía puede alejarse de las circunstancias expresivas del mismo. Es así como El exilio y la apariencia a mi parecer, es un reflejo habitual, una luz cualquiera que no por tener esa cualidad es menos intensa.
Nota pedante: Para profundizar en las ideas estéticas de Jean Baudrillard consultar: El complot del arte (Anagrama) y El paroxista indiferente (Anagrama).
sábado, 5 de abril de 2008
***
Una voz llega a Valdivieso en la obscuridad. Imaginar.
«Une musique pour Valdivieso», novela fragmentaria a varias manos por entregas.
Unos suben y otros bajan (sobre una fotografía de Lola Álvarez Bravo)
Ya estoy cansada de esta vida, vieja y aburrida, por el tipo de vida que tengo, pasando frío, viendo cosas raras y terribles.
*Abel Isaías Sántiz Hernández estudia en la Escuela Secundaria Técnica Industrial No 36 de Altamirano, Chiapas. Es integrante del Taller de Narrativa perteneciente a esa misma institución educativa.
La armonía del silencio (sobre una fotografía de Gerardo Nigenda)
...me canso, me canso de que siempre me utilicen como un juguete, que nunca me cuiden como yo quiero y que no me den mi lugar; porque siempre trabajo y no descanso. Yo voy de un lugar a otro trabajando de día y, también, en ocasiones, de noche cuando hay algo urgente. A veces, hay tiempo libre y descanso un rato y me pongo a dormir. Pero esto es muy poco. Siempre trabajo, voy lejos. Por eso, ahora, me preocupo por mi salud y mi bienestar, para que cuando me den trabajo me sienta feliz, contento y con muchas ganas de seguir haciendo lo que he hecho desde que era pequeño, y ahora más que ya estoy grandecito.
...
*María Oralia López Méndez estudia en la Escuela Secundaria Técnica Industrial No 36 de Altamirano, Chiapas. Es integrante del Taller de Narrativa perteneciente a esa misma institución educativa.
Dasein del ocio
Servando Becerra
Qué significa anotar un gol. ¿Es el simple acto mecánico de meter un balón en la portería enemiga y ya? O..., tiene algo, un no sé qué que tiene de maravilloso (¡oh!, san Juan de la Cruz estuviste tan cerca de saberlo). Sin embargo, a mí no me gusta tanto el futbol y, paradojas más, paradojas menos, por tonto que resulte, aún recuerdo el instante glorioso en que metí mi único y primer gol. Vaya si lo disfrute. Es, un recuerdo, un “tesoro” como lo son para Eliseo Diego: “Un laúd, un bastón,/ unas monedas,/ un ánfora, un abrigo,/ una espada,/ un baúl,/ unas hebillas,/ un caracol, un lienzo,/ una pelota.” Pero quién mejor que los verdaderos futboleros o futboleras para decir qué demonios significa meter un gol. Hay ocasiones en que la casualidad nos acerca a focos de verdadera brillantez. No diré más, sólo me limitaré a transcribir lo que leí en los textos que unos alumnos de secundaria (Técnica No 36, de Altamirano, Chiapas) de un viejo amigo mío escribieron sobre lo significó para ellos meter un GOL.
Una vez jugué un partido de futbol, en ese momento era delantero, a uno de mis compañeros le hicieron falta, en ese momento yo fui a cobrar un tiro libre directo de 33 metros fuera de la portería, hay cuatro jóvenes de la barrera; cuando lo tiré, el balón se chocó en el poste del travesaño. ¡Qué golazo tuve ese momento! Y cada semana sueño con el gol de mi vida.
José Carmelino Sántiz Álvarez
Al meter un gol por primera vez me sentí contenta y la segunda vez que jugué, jugué tanto porque quería meter un gol y nunca pude meter otro gol.
La primera vez que metí un gol me sentí muy orgullosa. Aunque no muy me gusta jugar futbol. Pero esa vez pensé que voy a seguir jugando, porque me emocionó mucho del gol, aún no puedo olvidarlo. Cada vez que juego presiento que algún día podría meter otro gol. Me siento muy feliz porque tengo un deporte divertido.
Además, no sólo eso, sino, también, cuando fallé uno de cerca de la portería, yo solo con el portero; estaba yo cerca, pero fallé, sin embargo hubo una vez que metí un gol de elevada.
Daniel Sántiz López
Poemas de José Enrique García*
El día termina envejeciendo
y enterrándose, sin dejar nada
como todos.
Y nosotros, habitantes de ese mismo día
lo recibimos en el mismo sitio,
con el mismo traje
y el saludo hecho de antemano.
Tiendo a lo lejos la mirada
busco,
más bien rebusco en derredor,
medito excusas para obviar el día,
trato de volcar la luz sobre la espera,
nada.
El día está como el primero.
Veinte y cuatro horas que levanto
mi brazo y mi palabra
y sólo este poema que termino
recuerdo y reconozco.
El otro
No lejos de mí, en mi persona,
sin escándalo, está naciendo un hombre.
Aquí mismo, en mis testarudos huesos
echa raíces este hombre,
y con la sangre de mi propio barro
se levanta.
Después, lejos de mí,
tomo el cuerpo que alimenté temprano;
se pone mi camisa,
sin permiso toma mis pantalones
y sin permiso también
abre aquella ventana para verse vestido.
Acaba por ponerse mis compañeros zapatos
y echar a andar conmigo y mis vestidos.
Ya muy lejos de mí, oigo cuando se aleja
alegre, muy alegre de saberse nacido...
Espero que se quede con todos mis cansancios.
me lleva dos pasos de camino.
Uno viene detrás perdiendo igual distancia.
No sé a cual hablarle,
distantes están de mí
que ya veo inútiles mis voces.
Me detengo,
dejo que me dé alcance el rezagado,
espero que me lleve despacio.
Es tan difícil forzar la compañía
en esta ciudad de tantos espacios ocupados;
que decido volver hecho pedazos
al centro de mi origen.
...
*José Enrique García. Nació en Santiago de los Caballeros, República Dominicana, el 26 de noviembre de 1948. Poeta, narrador y ensayista.
Farabeauf
sábado, 29 de marzo de 2008
A falta de colaboradores
Rudy Maza
“¡Lucharán de dos a tres caídas sin límite de tiempo! ¡En esta esquina…!” Sentados en el suelo escuchábamos por la radio, muy atentos, las extraordinarias peleas de lucha libre entre los mejores héroes del ring. Existían peleadores altos y fornidos, flacos y gordos, rudos y técnicos: Black Shadow, Blue Demon, El Tarzan López, El Huracán Ramírez y otros más, pero nadie era tan espectacular. Su nombre lo decía todo: “Santo, el Enmascarado de Plata”: el único que no sólo se enfrentaba con luchadores en el cuadrilátero, pues también lo hacía con malhechores y asesinos en aquellas películas en blanco y negro; también combatía contra seres de ultratumba, contra vampiros y monstruos.
Bitácora del andasolo
[esbozo de un poema apócrifo escrito en papel de estraza entre frontera # 158 , colonia roma , y una fonda de caldos en la colonia doctores , año de Dios del dos mil dos o dos mil tres]*
Para los habitantes de la “López Mérida”: Don Leonel (mi tío),
Leonel Arturo (el “Chino”), Don Manfredo y Leoncio
[...] estoy el cuerpo en frontera # 158 , col. roma ,
sastrería “ lópez mérida ” , atrincherados la nostalgia
y el terco corazón entre las viejas y las nuevas telas ,
sitiado por pedazos de sombra zurcidos a los ojos
con hilos de nostalgia y agujas de silencio ;
la greda pinta su raya en el casimir de la memoria
y la cinta métrica mide los latidos junto a la escuadra
que tiene esquinas pero no manzanas ;
los afilados dedos de mi tío , don leonel , trabajan
y zurcen los lienzos del relámpago y su trueno
que tarda siglos en aquietarse en los oídos ;
“ está lloviendo ” , le digo , y , “ huele a tierra mojada ”
— adelanto mi empolvada lengua sobre la mesa — ;
respira hondo don leonel , que pétreo y arcano
me responde : “ aquí la ciudad no huele a tierra ,
aquí la lluvia y la vida son la gran diabla y apestan
las muy mierdas ” ; más allá del banco atermitado
en el que monto y trato de domar los númenes
que la tarde exprime desde el sucio trapo de las nubes ,
cifro con lápiz las medidas de la palabra que se yergue
al fondo de las máquinas para hacer con ella un traje vivo
a la medida de la voz , hoja que es toda andrajos ya ;
y así , cosida a los orines que arrastran las aguas
por grietas y banquetas , rompo mi lengua en esquirlas
y remiendo mis labios para que no se escape más ;
y aquí , y sólo aquí , en estas cuatro paredes del taller
que hacen al mundo — poliédrico y anguloso
como la calle , entraña abierta que deja su inmundicia
a la intemperie — escribo para solaz de ángeles
y pájaros ahogados ; no bien tose don manfredo
— el sastre maestro — y levanta los ojos ya gastados
por el ir y venir desde la tela de los pensamientos
que giran sobre su casa en tacubaya , hasta volver
a las fauces de la roma , y dice , revirando la voz
por un momento : “ aquí zurcimos hoyos , cosemos luz
y trabajamos hasta que el sol — botón de argento vivo —
se mete en los ojales de la muerte y el insomnio ” ;
alfil parapetado atrás del muro de la “ singer ” ,
y en tanto apura valencianas e invisibles puntadas ,
( h ) ojea y espeta leoncio : “ la revista claroscuro
publica buenas fotos en negro y blanco ” ( sé yo
cuando le miro que ha cortado con la risa
un par de íconos que guarda entre las telas ) ;
aquí jamás ha estado el sur tan más cercano y más
dentro de los ojos : en la pared palpita un almanaque
chapín que nota al pie nos dice : impreso en la ciudad
de tecún umán , guatemala , c. a. ; sobre la mesa
un cadáver inglés muy casimir revela senda postal
del lago atitlán y sus cántaros azules ; ( el rumor
de la frontera y su garganta extranjera nos susurran
al oído la más saudosa voz : sololá ) ; aletea de bruces
la lengua de mi tío : “ oí vos pelón , el santo de esquipulas
lo cura todo , deberías de ir ” ; y yo escribo en el aire :
locura todo , mientras recuerdo los rezos y murmullos :
“ caldo de zopilote para los locos , lagañas de perro
para ver los espíritus del otro mundo , pezuñas
de tepezcuintle pa’l mal de parto y pa’ las muinas ” ;
luego la sastre voz de quien ha sido peregrino
en esquipulas : “ allá tenés que hilvanar mucho camino ” ,
y , “ es muy buenísimo el tan santo , aunque muy agrio
es el tal peregrinar ” ; enhebro las venas y la sangre
a través del ojo de la aguja por el que pasa esta ciudad
y sus historias , y atiza otras lenguas don leonel :
“ javier solís era vecino nuestro , vivía a la vuelta
de la casa en tacubaya y no lo soltábamos
hasta que nos cantaba ésa canción ( y silba y tararea :
“ payaso , soy un triste ... ” ) con él fuimos bolos
varias veces , y ya ensalmados con su voz , caíamos
al abismo de los tragos y dormíamos en las banquetas
al igual que pájaros entre las ramas que columpia
el viento ” ; guardo esa voz y el índigo alfabeto
de mi tío : y sé que aquí todos somos dos o tres
o cuatro o más tristes payasos cantando en un anfiteatro
en el que hablamos cadáveres de una patria ya muerta
y lejana ; languidece el día y yo anhelo mi “ cama ” :
resortes de cartón que esperan la enésima caída
de mis huesos en la esquina del taller y buscan envolver
mi cuerpo entre sábanas de sueño y celulosa ;
“ en este colchón han pernoctado varios famosos
a quienes el suelo no incomoda ” ; se despiden leoncio
y don manfredo mientras el manto de la noche
se desteje : me alcanza don leonel con tres pedazos
de aire engastados : “ bajá la cortina ” , y , luego
de un hachazo de respiros , “ en tapachula jugaba
el gran « poeta de la zurda » ¡ qué chapín tan más
jugadorazo , que madrazos de gol sacaba de la pierna
chueca ! ” ; trato de remendar los odres del tiempo
al hilvanar los despojos de aquellos días ;
continuamos la plática con un dedal y un ramo
de alfileres bajo la lengua que sonámbula repite
los mismos coros de la “ singer ” ( callan las sombras
y redobla un eco sin remedio : “ tac-trac, tac-trac,
tac-trac, tac-trac-trac-trac ” ; — nos visita ya
y nos besa la epilepsia núbil de la noche — ;
apenas cierro los ojos , amanece : “ abrí la cortina ”
y , “ si no abrió « el yucateco » , nos vamos a los caldos
de huacal ” ; derramo la última gota de sueño
de mis párpados en tanto escuchamos el fonógrafo
y bebemos las primeras letras del fútbol : el “ esto ”,
y el aquello ; látigos de polvo apuran el tiempo
y otra vez posa la tarde su terrible garra sobre nosotros :
son ya las cuatro , y es hora de comer ; “ bajá
la cortina y poné el candado ” ; la tarde numerosa
lo ciega y lo zurce todo con su hierro ; salimos
a la calle , cruzamos av cuauhtémoc , y arrastramos
el hambre hasta llegar al restorán “ el yucateco ” ,
que no abrió ; jalamos de nuevo el estómago
y los perros retorcidos de la entraña hasta los caldos
de la esquina donde entramos ; ( llora una famélica
mujer a espaldas de la mesa , anémica y plañidera
a la que vi el enjuto y parco rostro jamás ) ; entre huacales
y tortillas — caídos soles en el tiznado cielo del comal —
afilo este pedazo de niebla escrito a jirones en papel
de estraza , abismo estas páginas desleídas
y perfumadas con el olor de la cebolla y el cilantro
al igual que mis manos que guardo en los bolsillos ,
vacías al igual que mi estómago que ambula
como un perro hambriento en la doctores del domingo ,
tan oblicua y ajetreada y tan dura e indómita
como el mesero y los comensales , hasta que vuelve
otra vez mi espíritu a la mesa una vez servido mi caldo ,
y entonces me pregunta don leonel : “ ¿que tanto escribes? ” ;
y yo en el fondo quiero decirle que intento ser
aquél poeta , el gran « poeta de la zurda » ,
ese que jugaba fútbol en los llaneros de malacatán
en guatemala y los del “ córdova ” en tapachula ;
pero bien sé yo que izquierdos no tengo ni el corazón
ni la pierna , aunque muerdo en el aire un ala
y hundo la cuchara de los ojos en esta humeante
página sin plato en la que cifro para mis más dentros :
“ quien remoja la lengua y el corazón entre las llamas
del silencio y no se agüita , ni se queja , y quien procura
sólo vivir para las letras sorteando el hambre y los
inciertos rigores y tormentos del poema — de la vida — ,
ése , el poeta : el que juega con la palabra de la más
abzurda lengua ” ; ( y ya le paro aquí con mi sermón
— zurdo lector que vas desde la izquierda letra a la derecha —
mientras exprimo un gordo limón sobre mi caldo
y me zampo un monolítico taco de sal con aguacate ) [...]
---
Poemas de Consuelo Ruedas
y nada hacemos sino morirnos más
hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.
Jaime Sabines
Gracias por despertarme, no puedo ahogarte… Josuhé
Seamos cómplices de nuestros pecados,
con dos o tres mentiras
en la luna llena.
Es posible que apagues tus ojos,
y el sabor y el aroma del mar,
penetren tu cuerpo y adquieran tu forma.
Soy tu centro,
el espacio,
en este poema de origen divino.
Basta mi jornada de a-mar-te,
hoy,
mañana,
el fin de semana próximo.
Soy la serpiente en derredor de
tu tronco de agua,
la mar,
la tierra.
A través de la penumbra,
casi a ciegas,
a tientas,
me suicido en tus labios.
Dioses y demonios sueltos.
Se azota un rayo
en el tronco de la hoja.
Surgen yescas azules.
VIII
(Metamorfosis en incendio)
Imagine-se Usted
nada más,
¡qué deseos de quemarme en su boca!
¿Continúa la espera?
(Ateísmo-aroma-azul).
Ya ve Usted, arden mis poros,
asfixiándome en su piel.
Uno más que dice "mirá qué lindura de poemas"
Supongo que ante la crítica, y no hablo de una crítica de cinco centavos, sino de la que hace la gente decente (como bien diría Sainte-Beuve), dicho de otro modo, la que se formula entre los amigos, con los vecinos, nada mejor que la superchería letrada. Así que después de pensar en más de un libro y dejar de lado mis pretenciones académicas, decidí tomar un momento superficial en las nebulosas aguas del Pacífico. Como el bolsillo lo permite y los deseos son muchos, desde febrero me encuentro desterrado en una torre del olvido llamada Puerto Rincón Dorado (quien sepa de geografía tercermundista sabrá dónde se sitúa ese rincón del cielo). En el bar La Casilla del Ángel vivo las tardes calurosas pensando en literatura de altos vuelos y mujeres a ras de tierra. El sexo ha sido excelente. Mucho. En gran cantidad. No tan bellas paisanas han sido una delicia playera. Los libros pocos. Mejor. Acá el ritmo de la vida cobra una significación borroza. Un conjunto borroso. Sin embargo, debo al buen tino de mi dilecto amigo Sebastián Ladrón de Guevara, el trabajo de leer el número 125 de la revista Crítica (editada por la Universidad de Puebla). Como decía al principio, la charla literaria es lo más decente que entre dos grandes conocedores puede establecerse. Ladrón de Guevara que es, por decirlo de alguna manera, un socialité de las Bellas Letras, me ha dicho (y leído) que en la mencionada revista se publica un largo poema de Maurizio Medo intitulado “El hijo de Mountain (cómic imposible)”, que, ademas de ser una especie de malogrado Sísifo, contiene un grado cero de vanguardia pululante. Hijo del Cono Sur, Medo no oculta la cruz de su parroquia, su lectura análitica, por momentos nula, de las vanguardias históricas latinoamericanas es un infeliz escamoteo. Por ejemplo: “Ha muerto Mountain man/ Ban swift la realidad y/ con una nueva semántica: familia es diáspora, el lugar/ ausencia/ y utopía”, cómo decir, no sé, me pregunta Ladrón de Guevara que qué madres contienen esos versos, un remedo de Vallejo, de Zurita, de Milán (oh, Padre Redentor), eso, lo que manifiesta un reflejo cuasi audaz en Medo es un falso reformismo letrado. O, como dice Julián Herbert al comentar el trabajo antologador de Alí Calderón, hay ahí una “anomalía subsidiaria”. Un experimentalismo inicuo que supone un empleo del lenguaje en su cáriz más rugoso. Bien, no dije nada. Ni me interesa decirlo. En realidad el poema de Maurizio Medo no me gustó. Eso es todo. Lo demás, es pura fluslería. Sonido y furia. Mera verborrea playera. Por cierto, pronto vendrá Yazmín a calmar mis furias lectoras. No me cobra un centavo por su trabajo. Me doy por bien servido “con limas ocultas en los pasteles” como diría Maurizio Medo.
La Casilla del Ángel (marzo 2008)
sábado, 15 de marzo de 2008
Apuntes*
Habrá un lenguaje en el espacio que no lograrás interpretar. Pensarás en lo que dejarás atrás (dejaste). En lo que se irá como el olvido de algo que sentirás dentro de tu cabeza, pero que no sabrás qué cosa de mierda es. Recordarás tus pasos, meditarás, recorrerás tu cuarto en silencio, tendrás la garganta cerrada..., la respiración entrecortada..., incluso jadearás..., verás luces..., líneas..., asma..., migraña..., reconocerás esa cobardía psicosomática; pero nada cambiará. Luego te moverás en derredor de una silla; no, de dos, una gris de patas manchadas con pintura blanca..., la otra estará sin pintar y sucia. Pensarás en dormir, no tendrás otra opción, la cama será dura (de qué otra forma pordría ser), no hay más, no tendrás más, lo sabes.
La inquilina que mató a la dueña de una casa
La señora regordeta está loca. Con una madre anciana y 40 años de soltería no se puede esperar más. Pero ella, la estudiante de letras que más de una vez tiene que desvelarse con música de Serrat y una cajetilla de cigarros, no lo está. Ella lo sabe. Piensa. No grita que apaguen la luz o que la señora de abajo, dueña de la casa, le baje el volumen a la música de los Temerarios que suena allá abajo. Como si una adolescente de secundaria pidiera a gritos que regrese su enamorado.
La Musa incómoda
La Musaraña
“DESAIRES”
Cariacontecida permaneció la afición al comprobar lo mal que quedó José Agustín (n. 1944), el Eterno Chamaco de Chamacos, el Joven Escritor por antonomasia, superando en juventud, divino tesoro, al mismisísimo Juan Villoro (n. 1956), por su “desaire” al cancelar su presentación en conocido lugar en honor a conocido poeta, programada para el pasado 27 de febrero.
No es la primera vez que José Agustín hace de las suyas. ¿Ya no recuerdan lo que pasó en agosto de 2005? Pues esta columnista sí: que se anunció por todo lo alto y lo bajo su asistencia a conocido y por demás anual Festival de Poesía, y allá vamos los estudiantes de letras, los reporteros y los columnistas de ocasión, con nuestros morrales y cabelleras grasientas y nuestra única lectura del susodicho: un ejemplar plagado de erratas de La tumba bajo el brazo, a ver si se nos hacía la buena de que el autor lo firmara. Pero lo que no pasó no pasó y, al paso de José Agustín, no pasará, ¡pues qué pasó!
FESTIVAL DE PRE-PRIMAVERA
Los pasados tres y cuatro de marzo, en la Facultad de Humanidades de la UNACH, en un auditorio lleno en su mayoría de rabiosos estudiantes de letras, algunos incluso con anteojos de pasta, se llevó a cabo el Segundo Encuentro de Creadores Universitarios “Voces compartidas”.
Participó la culta muchachada en general y en particular nuestra Plana Mayor de Columnistas y Colaboradores. A saber: Alejandro “Tengo más columnas que tú y en casi todos los diarios de Chiapas, mugrosa Musaraña, y voy por más” Aldana Sellschopp, que leyó su fresquísimo relato “Diario de un lobo”; Mario Alberto “El Resentido Criticón de la Joven Literatura Chiapaneca” Bautista, que leyó… quién sabe qué leyó, ¡pero leyó!, y algunos aseguran que al final del encuentro lo vieron llorar amargamente en los baños de Humanidades diciendo: “No me comprenden, soy demasiado bueno como para que comprendan lo que quiero decir”, etcétera. Así también, participó Fabián “Yo soy el Niño Artillero y vengo por todo el poder, las columnas, las revistas, los encuentros, los trabajos, los consejos de cultura, las chamaconas nuevas de letras, los blogs y lo que se mueva” Rivera y Raúl “No me digas gongorino ni me incluyas en tu mesa de narrativa porque soy Poeta” Vázquez.
Ni en febrero ni en marzo: será en abril. En un acto de “justicia poética”, por llamarlo así, el poeta de origen madrileño, afincado prácticamente toda su vida en México, Gerardo Deniz, será homenajeado en Aguascalientes, cuna del Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, e inspiración del inmortal corrido “La Feria de San Marcos”, inspirado a su vez en la Feria de San Marcos de Aguascalientes, Aguascalientes, “popularizado” in mass media por el no menos inmortal Antonio Aguilar, que no nació en Aguascalientes, sino en Zacatecas. ¿La razón?, se preguntarán ustedes después de tantas comas. Pues que el jurado del premio de poesía de este año declaró desierto, es decir, sin ganador, el afamado concurso y decidió, a su vez, otorgar el monto del premio a Deniz.
Juan Almela, nombre verdadero del poeta, nació en 1994, como José Agustín, y ciertos versos suyos de cierto poema (“Con frecuencia se nota que improvisa. Que falsea tradiciones, héroes, anatomías / para salir del paso”, de “La escuela autoritaria y cómo nació un respetable género de literatura”) pueden achacarse a cualquier integrante de la conocida Plana Mayor de Columnistas y Colaboradores de este malhadado “suplemento”. Ya lo saben: será en abril, señores, y cierren las puertas.
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Teatro ejemplar de la tristeza
Un vampiro es un ser enamorado de su propio desconsuelo. Se aferra a lo perdido como a un escudo. En los laberintos del castillo abandonado del afecto, se lo ve deambular, cabizbajo y mudo y voluptuoso, sediento de una sed implacable, atormentado por la memoria de algo que acaso nunca ocurrió. Tanto Carmilla, la vampira de Sheridan Le Fanu, como el esquivo de Nosfe¬ratu, lo saben bien: hay grandeza en medirse con las intemperies de lo anómalo. En la noche eterna, sufrir puede ser una patria.
Julia Kristeva (Soleil Noir: Dépression et mélancolie, 1987) atribuyó a la actividad de poetizar las mismas poses sombrías. Vio en ella una empresa hecha de enconos y gestos desesperados, reacia al duelo, que altera la pulsión de muerte y la vuelve mímesis de resurrección. ¿No viajan los grandes poemas siempre hacia lo indecible? ¿No nacen de rimar los lutos del lenguaje?
Como Nosferatu o Carmilla, los poetas son seres del abismo del tiempo (que es también el abismo de la falta de identidad), criaturas absortas, aferradas al castillo en ruinas de sus proyecciones, exasperadas por ver vivir eternamente lo que no cesa de morir. Por eso, tal vez, apenas hablan y, cuando lo hacen, balbucean interjecciones, ritmos, cosas olvidadas como si así pudieran acercar el sentido del cuerpo que los desterró y conjurar por una vez la noche inmóvil. En cada ataque amoroso vuelven a la pena como a un salvoconducto infalible, y renuevan un pacto que evoca servidumbres secretas: su parafernalia de crueldad conduce a cierta belleza oscura de imágenes fugaces. Toda contaminación supone estremecimientos y sombras vertiginosas. (Es preciso sobrevivir a la noche.) El deseo es que las palabras, como decía Hölderlin, se abran como flores. En el umbral de la nominación, el poema elige, in extremis, una desgracia edificante: se yergue, desafiante y vencido, como un viudo identificado con la muerte.
La poesía, hubiera dicho Benjamin, es un teatro ejemplar de la tristeza. Una inercia que persevera, ensimismada y sorda a toda revelación, atenta sólo al mundo de los objetos y a las lentas revoluciones de Saturno. En ella, si se mira bien, lo único activo es el ataque camuflado contra el otro instalado en el yo (o viceversa), con tal de suprimir una escisión intolerable. El juego, entre impremeditado y alevoso, da sus frutos. El poema no interrumpe su ciego deambular pero es posible que algo pueda recibir, aunque más no sea un instante, de la luz residual de esa violencia.
Duelo imposible, balbuceo, efervescencia amorosa y criminal, una saga lírica regida por un voluntarioso desamparo: la melancolía también es una estética, y la sensibilidad gótica finisecular (la nuestra) acaso sea uno de sus nombres. Detrás, como antecedente, habría que enumerar lo que otros llamaron el Bizancio anglofrancés del siglo XIX, la literatura charrogne y ese culto de la belleza manchada, emparentada con la desdicha, que popularizó Baudelaire en El pintor de la vida moderna.
Todas las variantes del vampirismo, las voluptuosidades fúnebres, las alianzas entre el placer y la tumba, la flagelación, el amor lesbiano, la atracción de lo exótico y los cuentos de terror y necrofilia que conoció el fin de siglo pasado, provienen de esta concepción de la belleza, y su physique de l’amour, saturada de ruinas, caos y estatuaria, remite al mismo universo sublunar aludido por Kristeva. La poesía, en este sentido, pertenece por derecho propio a la Biblioteca del infierno.
Vincular acedia y lírica permite, por fin, algo más: redefinir el papel que le cabe a esta última en nuestro fin de milenio. Si, vista desde la tecnología y la democracia voraz de nuestro mundo de imágenes, la poesía es un género anacrónico, no lo es desde una teoría de la tristeza, en la medida en que su gesto instaura y garantiza una distancia infranqueable con una fuente que representa el origen y/o la verdad. Al obedecer a un ritmo hecho de súbitos detenimientos, cambios de dirección y nuevas inmovilizaciones, el poema actúa precisamente una imposibilidad: la de condensar significado y significante. Una y otra vez, la isla heroica de la melancolía, como la llamó Marsilio Ficino en el siglo XV, insiste en la experiencia material y fracasa. Este fracaso es espléndido y debe celebrarse porque, con él, se pone de manifiesto lo construido (lo falso) de la verdad simbólica, dando lugar a un mundo donde la jerarquía de una visión coherente de lo real no se sostiene.
Quiebre de la noción de totalidad y añoranza incurable de algo que, acaso, nunca se tuvo, son, desde siempre, marcas de lo que se sabe en estado de extinción. La poesía, acicateada por el deseo, realiza un movimiento afín: como intrigante que, en un misterio medieval, multiplicara significaciones, arma una coreografía escrituraria y, en ese decorado, escenifica una catástrofe (una epifanía mínima y fugaz), reubicándose como un arte imprescindible de la época.
Villiers de IIsle-Adam, Théophile Gautier, Mary Shelley o Renée Vivien, supieron ya a fines del siglo pasado (en su propia sociedad moribunda, transida de progreso) que la respiración asmática, como toda ostentación, tiene que ver con la carencia. Por eso, la belleza decadente de su producción, llena de emblemas, martirios, intrigas y lamentos, como la luz que ilumina en los cuadros barrocos el dibujo oscuro de la alegoría, es un efecto de opuestos. Reducido a un estado de ruina, el lenguaje ya no sirve para la comunicación pero está tanto más cerca de lo incognoscible. A la casa de la significación, por fin, se le ha volado el tejado.
Hay una vida afectiva del verbo donde éste se decanta, pasando del sonido natural al puro sonido del sentimiento. Para este verbo, el lenguaje no es más que un estado intermedio en el ciclo de su transformación, describe el trayecto que va del sonido a la música, descomponiéndose con la lentitud de los cortejos. En este verbo, hablan la melancolía y los poemas. A la manera de una enfermedad fatal, corrompen la lengua para amplificar lo eterno de lo efímero, lo ilusorio de lo verdadero. La estética es errática. No se buscan esencias, sino monogramas que cifren misterios, alguna traición, una voluptuosidad inútil, un gabinete fantástico donde un niño pueda perderse bajo la mirada de Novalis. En este verbo, el torpor se trastoca en audacia, lo banal en contemplación de lo banal, la proclamación en cosa rota. En este verbo, la tristeza se fragua a sí misma para salvarse.
Poemas de María Auxiliadora Álvarez
La tarde total
la estertórea te busqué
entre los cuerpos
entre los bultos espasmódicos
y no había nadie
exento
de abdomen grande oscuro de vagina
de pie descalzo sangriento y lento
de ojo de miedo
compañero tan relativo
no había nadie lleno de escrutinio
de padre muerto
y de madre abrupta
rojo mediterráneo observando así
huesudo riguroso
con la boca para adentro
como si no tuvieras dientes
con esa naturalidad
para el sufrimiento ajeno
la tarde total era de tarde
de agujas y tubos
y muertos alrededor
y una deforme y desnuda
con las piernas abiertas
con los brazos abiertos
eliminando toda la sangre
y todo el hijo
de que se es capaz
que no puede salir
porque una tiene la abertura
como cerradura
compañero tan relativo
rojo recto riguroso
exento.
10
Procreo
en lugar seguro
segrego
el líquido adecuado
espero
las larvas
entre los cartílagos
de los toros tibios
deposito sus tendones
en la boca de mi hija
todos los mediodías
digieres
vértebra y vena
y te ríes
me quieres sólo a mí
porque te gusta este olor
y esta temperatura
que conservo en cada ciclo
como debe ser
te miro
el esófago largo
dirigiendo
la instancia
y te ríes
me halas el pelo
y los huesos de la cara
buscando los alvéolos
del fluido medular
renuevo
la quietud
del fémur
en las cavidades tibias.
***
Mi esposo que vive enterrado
tanto le da la vida como la muerte
Yo y los niños vamos a veces
corremos en su superficie
EEEE le gritamos
con las bocas pegadas a la tierra
SAAAAAL queremos verte
ven a ver este sol estas personas estos animales
estamos alegres
Lo oscuro de él no saluda
o se pone triste con la mano
o hace señas para que nos vayamos
Sal solos de ti.