sábado, 5 de abril de 2008

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Mario Alberto Bautista


Una voz llega a Valdivieso en la obscuridad. Imaginar.
A Valdivieso boca arriba, en la obscuridad. Escucha: «Estás boca arriba, en la obscuridad, y eres gorda, inconmensurablemente gorda.» Entonces verifica: obscuridad, inconmensurablemente. Si pudiera suplantar a la voz que llega hasta ella, boca arriba y en la obscuridad, suprimiría dos o tres palabras.
Obscuridad.
Inconmensurablemente.
Gorda.
Entonces la voz llegaría a Valdivieso: «Estás boca arriba, en la oscuridad, flaquita.»
Déjalo rápido.
Soñar despierta. Una voz que llega, en la oscuridad: «Viste la luz por primera vez en la habitación en que con mayor probabilidad fuiste concebida, flaquita, y en la que naciste. Esa noche, en la oscuridad, del otro lado de la puerta, en el pasillo, sobre el tapete, escuchas los pasos que vienen y van: la sombra de tu padre. Puedes imaginar sus pensamientos mientras va y viene sin saber qué pensar.»
«Flaquita: estás boca arriba, en la oscuridad.»
Ya déjalo.

...
«Une musique pour Valdivieso», novela fragmentaria a varias manos por entregas.

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