Mario Alberto Bautista
En una de sus más recientes reseñas, dedicada en su conjunto a las autobiografías de Günter Grass y Joachim Fest, dice Alberto Vital de ambos escritores: “Un par de discrepancias los alejan: el estilo en la prosa y el ritmo y la ordenación de los hechos según vaya funcionando la memoria”. Con las debidas reservas y ajustes, se puede hacer la misma apreciación de Vital: las dos vertientes de su escritura, la académica y la literaria, discrepan y, en su estilo, parecen más lejanas que próximas. Así lo demuestra Headhunters (El viejo pozo-Instituto de Cultura de Yucatán, 2003), amenísima novela comentada en estas páginas con más retraso que presteza.
No se menosprecia la muy estimable carrera de Vital como estudioso, a la sazón y entre otras cosas, de las figuras de Juan Rulfo y Victoriano Salado Álvarez; se quiere decir, sin embargo, que en la novela que ocupa estas líneas se aprecia con claridad un “estilo distinto”: la mordacidad de la ironía como expresión, solapada, que se funda “en experiencias que son del dominio público y en personas que han ocupado un sitio en la vida de México”. Una narrativa, pues, nada bisoña (como prueba están las tres novelas que anteceden a Headhunters), pero sí de “frases muy densas y muy cargadas de intenciones”.
No se menosprecia la muy estimable carrera de Vital como estudioso, a la sazón y entre otras cosas, de las figuras de Juan Rulfo y Victoriano Salado Álvarez; se quiere decir, sin embargo, que en la novela que ocupa estas líneas se aprecia con claridad un “estilo distinto”: la mordacidad de la ironía como expresión, solapada, que se funda “en experiencias que son del dominio público y en personas que han ocupado un sitio en la vida de México”. Una narrativa, pues, nada bisoña (como prueba están las tres novelas que anteceden a Headhunters), pero sí de “frases muy densas y muy cargadas de intenciones”.
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